La hernia inguinal se produce cuando un órgano abdominal, sale por la pared a través de un orificio y forma un bulto que se puede ver en la ingle o en el escroto. En los bebés de sexo masculino la hernia inguinal se forma durante la gestación cuando no se cierra el conducto por donde el testículo desciende desde el abdomen al escroto. En las niñas es la falta de cierre del conducto de los ovarios hasta la pelvis. En ambos casos así se forma el saco herniario y es allí donde se introduce parte del intestino lo que forma el bulto que se ve en la ingle, es decir la hernia inguinal.
Puedes identificar un bulto pequeño que puede ser ovalado, del tamaño de un pulgar y que salta a la vista en la ingle de tu bebé, su abdomen o su escroto ante cualquier esfuerzo como llorar, toser, estornudar o cuando hace fuerza durante la deposición. Después del esfuerzo se puede retraer nuevamente y no ser visible. Es un bulto que no duele y es blando al tacto. Cuando identifiques el bulto no intentes empujarlo con tus dedos hacia adentro. Si tu bebé lo tiene debes llevarlo a su pediatra para una revisión pediátrica, cuanto antes.
La hernia inguinal se debe afrontar siempre con una intervención quirúrgica, por lo que no existen tratamientos alternativos. La duración de la intervención varía según la gravedad de la hernia.
– Si la hernia es reducible, la operación puede programarse, eligiendo con calma la fecha de ingreso. Sobre todo, si el niño tiene más de un año.
– Hay que intervenir urgentemente si hay señales que hagan sospechar de la existencia de una estrangulación: por ejemplo, no se consigue reducir la hinchazón, la parte afectada duele mucho y el niño está irritable, llora y se queja.
El pediatra de su hijo le examinará el abdomen y la ingle en busca de protuberancias. Asimismo, pueden solicitarle alguno de los siguientes estudios para verificar el estado de la hernia y corroborar la gravedad de la misma: Radiografía, ultrasonido, tomografía computarizada.